¿Cómo entender, aprender y llenar tu rol en la vida?
Apr 25, 2025
"Todo ser humano busca dos cosas: Pertenecer y ser reconocido en su lugar."
Esta frase, tan simple como profunda, refleja una necesidad básica de todos los que venimos a esta vida: encontrar nuestro sitio. Ese lugar que nos da identidad, seguridad, contención... y desde el cual podemos crecer y florecer.
Imagina que la vida es como una gran mesa familiar. Una mesa donde cada miembro tiene una silla asignada, un lugar que le corresponde por derecho de nacimiento. Cuando alguien no está en su sitio —ya sea por dolor, lealtades inconscientes, o roles asumidos que no le corresponden— la energía de la familia se desordena. Las relaciones se tensan, la comunicación se fractura y las personas —especialmente los niños— comienzan a buscar atención, amor y validación en lugares donde no los encontrarán y desde donde no les corresponde.
Tu lugar es solo tuyo:
Cuando reconoces tu lugar, dejas de competir por el amor, de buscar atención desde el rol de víctima o salvador. Porque ya no necesitas ser algo que no eres. Ya no tienes que ocupar el asiento de otro, ni cargar con responsabilidades que no te corresponden. Encuentras la paz de ser tú.
Y esa paz comienza en casa. En el momento en que padre y madre se reconocen como los pilares de la familia, como aliados naturales que intercambian energía: el padre con su fuerza motivadora, la madre con su energía protectora y contenedora. Desde esa estabilidad, los hijos pueden ocupar su lugar: hija mayor, hijo menor, hermano del medio… cada uno con un lugar único e irrepetible.
Cuando una hija escucha de su padre: "Tú eres mi hija mayor, este es tu lugar, yo te veo", se activa algo profundo. Su necesidad de buscar validación en otros se disuelve. Deja de competir con sus hermanos por atención. Deja de cargar con los dolores de sus padres. Se relaja y florece, pudiendo finalmente vivir plenamente.
Cuando no ocupas tu lugar…
Las distorsiones del sistema familiar ocurren cuando alguien ocupa un sitio que no le corresponde: un hijo que reemplaza al padre ausente, una hija que cuida a su madre como si fuera una madre más. Y entonces, como piezas movidas de un rompecabezas, todos los demás también se descolocan, tratando de dar y obtener desde una forma de amar desfigurada.
Esto genera confusión en lo que damos y recibimos. ¿Por qué no sé pedir lo que necesito? ¿Por qué me cuesta recibir? ¿Por qué doy demasiado o nada en absoluto? La respuesta, muchas veces, es que estás en el lugar equivocado. Y desde ahí, tu energía no fluye en armonía con la vida.
Sanar el sistema: Un camino de regreso a ti:
En uno de los talleres de Valérie llamado “Ilumina tu familia”, los padres trabajan primero consigo mismos: Sanan a su niño interior, revisan su propia familia de origen para, a continuación, reencontrarse como pareja. Solo después, pueden invitar a sus hijos a sentarse en la mesa desde el lugar que les corresponde.
Los niños pintan sus sillas, decoran su mantel, identifican su lugar entre sus hermanos. El padre y la madre los miran y les dicen: "Te veo, te reconozco, este es tu lugar". Y en ese acto simple, la magia ocurre: el niño se siente seguro. Descansa. Y desde esa seguridad, puede ser quien verdaderamente vino a ser.
Al final, juntos experimentan de la luz familiar en un santuario de luciérnagas.
Llenando tu rol en la vida:
Llenar tu rol en la vida comienza con encontrar tu lugar. No es un esfuerzo ni una carrera. Es una pausa, una mirada consciente, un acto de amor. Porque tu lugar no se gana, te pertenece.
Y cuando estás en él, todo se acomoda: El dar y el recibir, el amor que fluye, la calma que se instala. Entonces, dejas de sobrevivir… y empiezas a vivir plenamente. Porque sabes quién eres y sabes dónde estás. Y desde ahí, puedes comenzar a construir tu camino, tu pareja, tu familia y tu propósito con raíces profundas y auténticas.
Al regalarte y regalar a cada miembro de tu familia la consciencia de su lugar, abres un espacio sagrado de relación y amor entre todos. No pierdas ésta única oportunidad de convertirte en la cabeza de una familia iluminada por su propia luz interior.